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http://es.slideshare.net/d1305/historia-economica-de-colombia-a-partir-de-la-apertura-aprende-en-lineal
A continuación contesta las siguientes preguntas en tu cuaderno:
1.Describa los cambios que se dieron en la economía después de la primera guerra mundial.
2.explique que cambios económicos se dieron después de la segunda guerra mundial
3.que acontecimientos marcaron la economía en la época de los setenta
4. Después de la Guerra Fría que acontecimiento cambio la economía mundial.
5.¿ En que época entra la Globalización en Colombia y por que?
6. Describa los antecedentes para la apertura de la economía en Colombia.
7. describa los cambios que genero la apertura económica dada en el gobierno de Virgilio Vargas
8. lee el siguiente informe y realiza un ensayo para la próxima clase sobre lo que opinas del tema
LAS RELACIONES INTERNACIONALES DE COLOMBIA
Colombia, país plagado por la inestabilidad, el desorden, el caos, la crisis y la ingobernabilidad, es ejemplar de la gama de problemas, señalados en los párrafos anteriores, que se han agudizado en las "zonas de conflicto" a raíz del fin de la Guerra Fría y la aceleración del proceso de globalización. En términos generales, el conjunto de temas que más afectan al país en sus relaciones externas, entre ellos el narcotráfico, e! conflicto armado y la violación de los derechos humanos, combinado con la crisis de legitimidad del Estado, que vuelve a éste incapaz de confrontarlos de manera "eficaz", ha coincido con la globalización para hacer de Colombia un "país problema" a nivel mundial y el principal factor de desestabilización a nivel subregional y hemisférico. Como resultado, los mayores retos a los que se enfrenta el país en el campo internacional provienen en esencia de estos factores internos, los cuales han evidenciado un proceso complejo de interacción y entrecruzamiento en los últimos años.
Narcotráfico
Uno de los factores que ha acelerado la inserción internacional de Colombia en la Posguerra Fría ha sido el papel central de ésta en el tema del narcotráfico. A pesar de las consecuencias que trajo consigo el fin de la Guerra Fría en el campo internacional, resulta claro que Estados Unidos sigue enfrentando el problema de las drogas ilícitas desde una óptica realista, que enfatiza una estrategia militarizada y prohibicionista frente al narcotráfico, al verlo primordialmente como un problema de seguridad nacional (Bagley y Tokatlian, 1992: 216-222), en vez de un fenómeno transnacional que involucra a múltiples actores, espacios y procesos. Es así como, a raíz de la rehegemonización de los Estados Unidos en el hemisferio, proceso que se aceleró al finalizar la Guerra Fría, dicho país ha logrado "norteamericanizar" la guerra contra las drogas, obligando a los países productores y comercializadores a aceptar las políticas impuestas desde el Norte (Tokatlian, 1997: 57)[10].
Como resultado de lo anterior, ha surgido una paradoja en torno a lo que debe ser el papel del Estado colombiano frente al tema del narcotráfico. Mientras que por un lado, éste no puede solucionar el problema de manera unilateral y autónoma, dada la naturaleza interméstica del mismo, por el otro, Estados Unidos, el interlocutor más importante de Colombia a nivel internacional, ha localizado en este país el epicentro del fenómeno del narcotráfico, y el resultante desorden que éste produce en el sistema internacional, señalando al Estado como el responsable principal por la eliminación de este flagelo[11].
Esta situación se ha visto agudizada aún más por la crisis que atraviesa el Estado colombiano, combinado con la grave situación de ingobernabilidad y orden público que vive el país, lo cual ha contribuido a que Colombia sea visto como un "enemigo" en la lucha contra los narcóticos, poco comprometido en "colaborar" con los Estados Unidos. Aunque las reacciones del gobierno estadounidense frente a la decisión de la Corte Constitucional de negar la retroactividad de la extradición apuntan hacia un leve cambio en esta actitud, no se puede subestimar el peso que las estrategias punitivas y coercitivas ocupan en la política exterior de Estados Unidos frente a temas como el narcotráfico.
Violación de los derechos humanos
De la misma manera que el problema de la droga ha repercutido en una inserción negativa de Colombia en el ámbito externo, los altos niveles de violación a los derechos humanos en el país han suscitado el rechazo de múltiples actores estatales y no-gubernamentales a nivel internacional.
En Colombia, la compleja red de violencia formada por la interacción entre el narcotráfico, la guerrilla, los grupos pa-ramilitares, las fuerzas armadas y la delincuencia común ha creado un cuadro aterrador de violación de los derechos humanos. De las altas tasas de homicidios cometidos en el país (una de las más altas per cápita en el mundo), aproximadamente 99% quedan impunes. Según la organización Human Rights Watch, 76% de los abusos de los derechos humanos en Colombia son cometidos por los grupos paramilitares; por su parte, la Comisión Colombiana de Juristas estima que un 70% de los asesinatos políticos llevados a cabo son atribuibles a estos grupos o a las fuerzas armadas.
A pesar de que estas últimas se han visto obligadas formalmente a respetar los derechos humanos de la población civil, a raíz de los condicionamientos a que se les han sometido actores internacionales como Estados Unidos y la Unión Europea, la complicidad de algunos miembros de las fuerzas armadas en las acciones militares de los grupos de justicia privada ha sido sospechada en múltiples ocasiones. De igual preocupación es el hecho de que los paramilitares hayan hecho de las masacres de la población civil la regla en vez de la excepción en cuanto a su estrategia militar, situación que hace ver con pesimismo la posibilidad de reducir los actuales niveles de violencia en el país y de esta forma mejorar su posicionamiento a nivel externo.
No obstante lo anterior, es importante señalar que en años recientes Colombia ha evidenciado un cambio significante en el manejo internacional de este problema, caracterizado por el giro de una actitud defensiva a una posición colaboracionista ante la comunidad internacional[12]. Esta política se refleja, entre otros, en el establecimiento de la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, la actitud abierta del gobierno colombiano sobre la alarmante situación de derechos humanos en varios foros internacionales y el reconocimiento público de la complicidad de algunos individuos de las fuerzas armadas en varias masacres acontecidas en el país.
A pesar de que el paso dado por el gobierno en la adopción de una política de cooperación con las instituciones internacionales en materia de derechos humanos no ha contribuido al mejoramiento en los índices de violación de estos países, sufriendo a su vez algunos altibajos productos de la misma situación interna y la fuerte oposición que aún existe en algunos sectores de la sociedad, indudablemente puede constituir un instrumento positivo en la búsqueda de mecanismos eficaces para hacerle frente a este problema.
Conflicto armado
Como resultado de la creciente interdependencia y globalización que caracterizan al sistema internacional en la actualidad, el conflicto armado colombiano también se ha internacionalizado. Esto, debido en gran parte a los íntimos vínculos de la guerrilla y algunos grupos paramilitares de justicia privada con temas como el narcotráfico y la violación de los derechos humanos. Con alguna frecuencia, los principales grupos guerrilleros han sido descritos por los Estados Unidos como los nuevos capos de la droga, con lo cual las posiciones asumidas por este país frente al proceso de paz colombiano, en pro de la lucha antinarcóticos, podrían eventualmente constituirse en un obstáculo a las negociaciones.
De forma concomitante, mientras que el entrelazamiento de estos actores con el narcotráfico ha fomentado la consolidación económica y militar de los mismos, el surgimiento de "zonas grises" más extensas en el país, en donde existe una ausencia total de autoridad legal (estatal o militar), ha contribuido a que la guerrilla o, en su defecto, los paramilitares sean vistos como fuentes legítimas alternas (si no las únicas) de organización social y justicia. En conjunto, estos factores -interpenetración de las distintas "partes" del conflicto, fragmentación estatal y social extrema, y dificultad de incorporación social y política de aquellos actores considerados inmorales e ilegítimos- explican en gran parte las complejidades que entraña una solución negociada del conflicto armado.
De la misma manera, la internacionalización del conflicto armado colombiano ha tenido repercusiones directas para la seguridad de los países fronterizos, particularmente Venezuela, Panamá y Ecuador, en donde Colombia ha sido percibido como el mayor factor desestabilizador de la subregión.
Contradicciones entre el país nacional y la comunidad internacional
Además de las repercusiones de la globalización señaladas a través del presente escrito, es evidente que el fin de la Guerra Fría y la profundización de la globalización también han permitido el fortalecimiento de un conjunto mínimo de "valores universales" que han de regir en las relaciones internas y externas de los países que forman parte de la incipiente comunidad global. Este proceso ha sido complementado por el surgimiento y consolidación de redes globales en torno a temas de envergadura universal, que agrupan a múltiples tipos de actores (estatales, gubernamentales, no-gubernamentales, entre otros) a través de vínculos informales, flujos densos de información y la existencia de un cuerpo de valores comunes (Jelin, 1997).
En el caso de los tres temas globales señalados aquí, es claro cómo el intrincado proceso de retroalimentación que existe entre el narcotráfico, la violación de los derechos humanos y el conflicto armado, en combinación con la incapacidad del Estado colombiano de obligar a muchos actores a respetar los "valores universales" de la comunidad internacional, hace de Colombia, aparte de problemático, un país que ni siquiera comparte los valores de la humanidad, salvo a nivel retórico en su discurso externo.
Aparte de la situación de violación de los derechos humanos, que ha sido denunciada en repetidas ocasiones por actores estatales, trans-gubernamentales y no-gubernamentales, problemas como la extradición pueden demostrar las incompatibilidades existentes entre las normas fundamentales de la comunidad internacional y las posiciones que a nivel doméstico se asumen frente a determinados temas, producto de la notable falta de consenso que existe en Colombia en torno a la forma como el país debe confrontar los problemas principales que lo aquejan tanto a nivel nacional como internacional. Claramente, esta situación se ha agudizado aún más por la crisis de legitimidad del Estado señalado anteriormente.
CONCLUSIONES
Como decía Jorge Luis Borges, ser colombiano es un acto de fe. Dado el futuro tan incierto que enfrenta el país, Borges no podría haber tenido más razón. De las reflexiones anteriores, queda claro que Colombia no tendrá una segunda oportunidad sobre la tierra (parafraseando a Gabriel García Márquez) hasta que se produzca a nivel interno un consenso mínimo en torno a las estrategias requeridas para sacar al país de la aguda crisis que vive en la actualidad. Sólo en ese momento se podría hablar de la posibilidad de forjar un consenso sobre el rumbo de las relaciones internacionales de Colombia hacia el futuro. En un escenario internacional crecientemente globalizado, esta tarea se vuelve aún más imperante.
En este artículo, también se ha tratado de ilustrar, a manera introductoria, las formas como la globalización ha agudizado una situación de crisis ya existente en el país, y cómo la aceleración de la desintegración económica, social y política en Colombia por la permeación de efectos globales ha incidido a su vez, y de manera negativa, en las relaciones externas del país.
Finalmente, queda claro que, como resultado de las reflexiones planteadas en este breve ensayo, los principales problemas internos que enfrenta el país, tienden sin lugar a dudas a afectar el posicionamiento de Colombia en el escenario internacional. A pesar de que los interlocutores más importantes del país a nivel externo han dado al gobierno de Andrés Pastrana un compás de espera, el reto al que se enfrenta la actual administración en cuanto a las relaciones internacionales del país es enorme. En este sentido, y como consecuencia del serio grado de fragmentación de la sociedad colombiana y la aparente incapacidad del Estado, se hace indispensable que el país busque instrumentos más directos y eficaces de cooperación y vinculación con la comunidad global, entendida esta última como compuesta por una multiplicidad de actores estatales y no-estatales, bien sea a nivel bilateral o multilateral, como una vía posible de resolver la aguda crisis que atraviesa Colombia en la actualidad y de encaminar la política exterior del país de una manera positiva y proactiva.
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